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Camino hacia la detección temprana de la pérdida de memoria

 
Un equipo de investigadores del CONICET, liderado insuflaveis por María Laura Palumbo, busca biomarcadores que permitan anticipar tempranamente enfermedades que a futuro tengan un déficit cognitivo severo.
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De izq. a der.: Palumbo, Fernándes, Moroni y Castro. Foto: gentileza investigadora.
El deterioro cognitivo leve (DCL) es un estado clínico de transición entre los cambios cognitivos del envejecimiento normal y un estadio temprano de demencia. La prevalencia varía según el estudio entre un 3 y 40% en personas mayores de 65 años, de las cuales un 20% desarrollará algún tipo de demencia (principalmente Alzheimer, en menor medida demencia vascular u otros tipos de demencia). Entre los factores que influyen en la aparición del DCL se encuentra el estrés.

En el Laboratorio de Neuroinmunología cognitiva del Centro de Investigaciones Básicas y Aplicadas (CIBA)-Universidad Nacional del Noroeste de la Provincia de Buenos Aires (UNNOBA), Centro de Investigaciones y Transferencia del Noroeste de la Provincia de Buenos Aires (CIT NOBA)-UNNOBA-UNSAdA-CONICET de Junín, provincia de Buenos Aires, María Laura Palumbo, doctora de la Universidad de Buenos Aires en Ciencias Biológicas e investigadora asistente del Consejo de Investigaciones Científicas bouncy castle for sale y Técnicas (CONICET) junto a su equipo, busca biomarcadores –sustancias que indiquen un estado biológico- que permitan anticipar tempranamente enfermedades que a futuro tengan un déficit cognitivo severo.

El equipo integrado por biólogos, bioquímicos y especialistas en genética, trabaja en un modelo de estrés crónico con ratones donde buscan potenciales biomarcadores de déficit cognitivo. “Realizamos estudios de comportamiento, para evaluar el aprendizaje y la memoria, y los correlacionamos con potenciales biomarcadores que buscamos en el hipocampo y a nivel periférico en ganglios y bazo”.

Y agrega: “Recientemente, publicamos un trabajo donde encontramos que la citoquina interferón-gamma  podría ser un posible biomarcador de déficit cognitivo. A los ratones le aplicamos un tratamiento con un fármaco que es acetato de glatiramer que revierte los efectos del estrés crónico a nivel cognitivo, del hipocampo y ganglios linfáticos. De esta manera, estudiamos si los cambios que induce el estrés crónico se revierten con dicho fármaco”.

El paso siguiente es trabajar en humanos: “Estos estudios permiten conocer hacia donde apuntar en cuanto a la farmacología. En principio, buscaremos tres grupos de personas sin deterioro cognitivo, con DCL y Alzheimer, les haremos estudios neurocognitivos, y pruebas séricas para medir el nivel de citoquinas y neurotrofinas en el suero – proteínas mediadoras entre el sistema inmune y el sistema nervioso central -”, sostiene la investigadora que empezó en su licenciatura a incursionar en el tema en el Centro de Estudios Farmacológicos y Botánicos (CEFYBO)-UBA-CONICET, en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires (UBA) con la doctora Ana María Genaro, investigadora principal del Consejo, estudiando el estrés crónico en ratones y los cambios que había a nivel del hipocampo, que es una estructura relacionada con el aprendizaje y la memoria.

Dicho estudio lo llevarán adelante con la psicóloga Romina Pavón, especialista en pruebas neurocognitivas, quien va a realizar los estudios a las personas que voluntariamente quieran participar del estudio y con eso controlarán si tienen DCL. También colabora el doctor Mario Melcon, neurólogo.

Cabe destacar que al tratarse de una población vulnerable, el estudio fue aprobado por el Comité de Ética en la Investigación y Uso de Animales de Experimentación de la Universidad Nacional del Noroeste de la Provincia de Buenos Aires (COENOBA) y por la Comisión Conjunta de Investigación en Salud (CCIS) del Ministerio de Salud la Provincia de Buenos Aires.

Entre los años 2006 al 2011, durante su tesis doctoral, Palumbo hizo una comparación entre dos cepas de ratones, en las cuales encontró que una se estresaba y otra no. Empezaron a analizar qué cambios había en las cepas y cada una tenía un sistema inmunológico diferente, entre otras diferencias. Así, llegaron a la gonfiabili conclusión de que en los ratones BALB/c había cambios a nivel del hipocampo y del sistema inmunológico provocados por el estrés crónico y que esos cambios se podían revertir con el acetato de glatiramer, que es un fármaco que comúnmente se utiliza para la esclerosis múltiple en otras dosis. En esta línea, durante su posdoctorado fue a Munich, Alemania para aprender la técnica de cultivo de progenitores neurales que son unas células del cerebro que se reproducen en ratones adultos.

Originaria de Chivilcoy, la investigadora hace hincapié en que “uno que es del interior siempre tiene la idea de hacer ciencia allí. Como investigadora hacer aportes y llevarlos a la medicina traslacional sería una manera de devolverle algo a la sociedad y además en Junín abordamos patologías de interés regional”.

Integrantes del Laboratorio de Neuroinmunología cognitiva

Dra. María Laura Palumbo – Investigadora asistente CONICET

Lic. Alejandro David Moroni – Becario doctotal CONICET

Lic. María Micaela Castro – Becaria doctoral UNNOBA

Est. Rocío Alejandra Fernándes – Pasante

Divulgación científica

Sobre la importancia de la divulgación científica (DC), María Laura Palumbo cuenta que participa activamente de charlas para estudiantes secundarios. “Es bueno desmitificar esa imagen del científico encerrado con los pelos parados. En el CIBA se hacen jornadas donde mostramos los laboratorios y algunas de las técnicas que se realizan durante la carrera de la licenciatura en Genética de la UNNOBA, esto sirve para promover vocaciones científicas”. El mes pasado participó del 5to Curso de Medicina Traslacional organizado por la UNNOBA. Y remarca: “El intercambio que genera la DC es importante en toda escala. Por ejemplo, yo conocí a Carolina Cristina, investigadora adjunta del CONICET y referente del CIBA, en un congreso. Eso fue crucial para poder desarrollar mis investigaciones cerca de Chivilcoy”.

Además, la investigadora cuenta su experiencia como un mero acto del destino: “Mi caso es pura casualidad, nadie me inspiró para seguir una vocación científica”. Empezó Biología porque se fijó en la Guía del estudiante y no sabía lo que hacía un científico. “Por eso es importante transmitirle la experiencia a los demás, por más que después sigan otras carreras”.

|Fuente: www.conicet.gov.ar – 01/08/2018