ACAMI

El Hospital Británico colocó la piedra fundamental de su nuevo Edificio de Docencia

La placa fue descubierta por el Dr. Angel J. Yebara, Director General, en la entrada del actual edificio de formación de médicos de grado, que comparte con la Universidad Católica Argentina.
Piedra fundacional 2

En el marco de una breve pero emotiva ceremonia, autoridades del Hospital Británico colocaron la piedra fundamental del nuevo edificio de Docencia y que albergará a la Escuela de Enfermería en la Sede Central de la Institución ubicada en Perdriel 74.
La placa de granito fue descubierta por el Dr. Angel J. Yebara, Director General, en la entrada del actual edificio de formación de médicos de grado, que comparte con la Universidad Católica Argentina (UCA). Ejecutivos de HSBC, la naviera Ocean Network Express (ONE) y Noble Seguros estuvieron presente durante el evento en representación del cuantioso número de donantes corporativos e individuales que colaboraron con esta gran obra y no pudieron asistir para respetar el distanciamiento social y preventivo. Algunos de ellos dejaron su testimonio en el video grabado para la difusión de este acontecimiento, destacándose las palabras de Pan American Energy, otro gran aliado de la Institución.

“Es un hito para el Hospital: se cierra formalmente la campaña de recaudación de fondos para el nuevo Edificio y se da inicio a la ejecución del proyecto. Fue posible gracias al apoyo económico de empresas, fundaciones, pacientes, familiares e individuos en general, que confiaron en la trayectoria de nuestra Institución, así como su mirada a futuro”, señaló el Dr. Yebara.

El nuevo edifico, tendrá más de 750mts2 que se construirán en etapas, y reunirá en un mismo espacio, biblioteca, salas de simulación, de educación remota y las aulas para la formación universitaria de enfermeros, como así también la formación de grado y de posgrado de médicos en sus diferentes especialidades, y la posibilidad de brindar cursos y talleres para personal de la salud y comunidad en general. El inicio de la obra estará sujeto al comportamiento de la actual Pandemia.

El Hospital, como organización sin fines de lucro, recauda fondos para seguir llevando adelante esta tarea educativa, formando de manera gratuita profesionales en enfermería que se insertan al recibirse a este sector de la salud que tanto los demandan.

Continuaremos con la convocatoria a que nos sigan apoyando. Sin duda hay mucho aún por recorrer, mucho más por hacer juntos. El Hospital continúa su labor de formación de recursos altamente capacitados, de investigación médica, así como el trabajo esencial de nuestros profesionales durante la actual Pandemia”, finalizó el Director General.

Pami lanzó “chequeate en casa” junto a la Fundación Favaloro

La dirección ejecutiva de PAMI lanzó el programa integral “Chequeate en casa”, tras la firma de un convenio de trabajo con la Fundación Favaloro para que las personas afiliadas puedan dar continuidad a los chequeos preventivos y, en caso de ser necesario, facilitar el acceso a una intervención médica temprana.

“Celebramos el hecho de establecer una alianza estratégica con una institución prestigiosa como la Fundación Favaloro. El programa busca que las jubiladas y los jubilados de PAMI puedan seguir cuidando su salud en este contexto de emergencia sanitaria”, dijo la directora ejecutiva, Luana Volnovich durante la firma del convenio con la Dra. Liliana Favaloro, Dra. Laura Favaloro y Dr. Sebastián Defranchi, presidenta y directores ejecutivos respectivamente, de la organización dedicada a la docencia e investigación médica.

La directora ejecutiva de PAMI explicó que con este acuerdo lo que está haciendo la obra social es prepararse “para la nueva fase donde lo que queremos es que nuestras afiliadas y afiliados aún sin salir de sus casas puedan controlar sus enfermedades crónicas”.

Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 76% de los países integrantes de la entidad registraron una baja significativa en las consultas relacionadas a la medicina preventiva desde que se inició la pandemia, razón por la cual PAMI impulsa este programa de cuidados preventivos y detección temprana de riesgos.

Este programa nacional comenzará, en una primera etapa, a ser implementado en AMBA para luego llevarse a cabo en todo el país. Las personas afiliadas de AMBA completarán una autoevaluación inicial en la plataforma pami.org.ar  para  que puedan conocer su estado general de salud e identificar posibles factores de riesgo. El cuestionario médico fue diseñado por la Fundación Favaloro, institución pionera a nivel regional en la ejecución de dispositivos preventivos de salud y supervisado por una comisión de expertos y expertas de PAMI.

“El Dr. René Favaloro sostenía que la prevención es un aspecto de alta trascendencia para preservar la salud de la población. Bajo esta premisa, en Fundación Favaloro damos prioridad a la detección y control de los factores de riesgo para enfermedades cardiovasculares, así como al diagnóstico y tratamiento oportuno de las mismas. Por eso, nos enorgullece emprender en conjunto este proyecto, el cual brindará a las personas afiliadas a PAMI acceso a una evaluación preventiva en nuestro Hospital, asumiendo ambas instituciones el compromiso de seguir luchando por una salud digna para toda la población”, dijo la presidenta de la institución.

Del acto de la firma del convenio participaron en representación de PAMI el subdirector ejecutivo, Martín Rodríguez, y el secretario general técnico-médico, Eduardo Pérez. 

“Chequeate en casa” tiene por objetivo fortalecer las buenas prácticas para el autocuidado, realizar seguimiento clínico a través de las médicas y los médicos de cabecera de PAMI, clasificar los casos en orden de prioridad, según la necesidad de atención médica, y dar asistencia permanente a través de las prestaciones del Instituto.

Los resultados serán procesados, analizados y ponderados por la comisión de PAMI y se confeccionarán informes sobre el estado de salud de cada una de las personas afiliadas para ser derivadas al nivel de atención correspondiente.

Además, quienes realicen la autoevaluación inicial tendrán acceso a la “Guía de buenas prácticas para el cuidado” redactada por profesionales médicos y especialistas de la obra social para brindar conocimiento sobre medidas preventivas.

Día del médico: el cubano que identificó al mosquito que transmite la fiebre amarilla y que la ciencia de su época despreció.

Carlos Finlay investigó durante más de 20 años, mientras el mundo científico le daba la espalda a sus trabajos. Hasta que llegó el día que no tuvieron más remedio que aceptar sus conclusiones. Una historia de indiferencia, celos e ignorancia

El médico cubano Carlos Finlay, quien comprobó que un mosquito es el transmisor de la fiebre amarilla.

El médico cubano Carlos Finlay, quien comprobó que un mosquito es el transmisor de la fiebre amarilla.

Se llamaba Juan Carlos, pero firmaba Carlos J. Su papá, Edward, era un médico escocés que había querido probar fortuna en América, peleando en los ejércitos de Simón Bolívar. Pero el buque que lo traía a América naufragó y terminó en Puerto España, en Trinidad y Tobago. Se casaría con Eliza de Barrés y en 1831 el matrimonio se mudó a Puerto Príncipe, actualmente Camagüey, Cuba, donde Finlay ejercería como oftalmólogo. Dos años después nacería Carlos Juan Finlay y Barrés, el protagonista de esta historia.

En 1855 se graduó del Jefferson Medical College, en Estados Unidos, país en el que era mucho más flexible el régimen de admisión que en la Cuba española de entonces. Ahí estudió con el profesor John Mitchell, defensor de la innovadora teoría que sostenía que los gérmenes eran transmisores de enfermedades. Las enseñanzas de Mitchell le quedaron grabadas por toda su vida: le remarcaba la importancia de la observación y la investigación.

Entre 1859 y 1861, este médico epidemiólogo continuó sus estudios en Europa. De regreso a su país, se abocó a estudiar la propagación del cólera y la viruela. Cuando dio a conocer que el cólera se transmitía por la Zanja Real -el primer acueducto que suministró agua potable a la capital cubana- que pasaba por el barrio del Cerro donde vivía, le prohibieron publicarlo. Eran tiempos de guerra y no era conveniente. Recién se daría a conocer en 1873, cuando la epidemia ya había pasado.

Finlay, además, investigó la cirugía del cáncer, los efectos nocivos del gas del alumbrado, la lepra y el tétanos en los niños recién nacidos. Aún así, con estos antecedentes, la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales demoró siete años en aceptarlo como miembro.

El 14 de agosto de 1881 brindó su conferencia más importante. La tituló “El mosquito hipotéticamente considerado como agente de transmisión de la Fiebre Amarilla”.

Después de escucharlo algunos sonrieron, murmuraron y otros, en silencio, se fueron levantando y abandonaron la asamblea ordinaria de la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana, que funcionaba en el primer piso del ex convento de San Agustín, un antiquísimo edificio fundado por los españoles en el siglo XVII.

Era el resultado de años de investigaciones que daban por tierra con viejas concepciones incomprobables que dicha enfermedad se transmitía por el aire y por contacto directo. Finlay aseguró que la hembra del Aedes Aegypti era la culpable de la propagación de un flagelo que desvelaba a la comunidad científica mundial.

Pero no le creyeron. Debió esperar veinte años a que se tomen en serio sus conclusiones.

La presentación de Carlos Finlay de 1881.

                                            La presentación de Carlos Finlay de 1881.

Es un mosquito

En febrero de 1881, en la Conferencia Sanitaria celebrada en Estados Unidos, ya había adelantado la existencia de un agente independiente de la fiebre amarilla y del enfermo. Junto a su colaborador Claudio Delgado y Amestoy, un médico español, entre 1881 y 1900 realizaron cientos de experimentos para poder demostrar fehacientemente su teoría, auxiliado solo con su viejo microscopio, que lo acompañaba desde sus épocas de estudiante. Fue el 30 de junio de 1881 cuando realizó la primera prueba experimental con un mosquito.

En los años siguientes tuvo la ayuda de curas españoles llegados a la isla, quienes se ofrecieron voluntariamente a someterse a las pruebas de Finlay.

Comisiones científicas enviadas a Cuba en los últimos años del siglo, no tomaron en cuenta las conclusiones del cubano. Y él, mientras tanto, insistía en la destrucción de las larvas de mosquitos y pedía la implementación de medidas de profilaxis. Pero no había caso; no tenía amistades influyentes y la cerrazón de sus colegas le impedían ser escuchado.

Se necesitó una guerra para le hicieran caso.

Morir para creer

Durante la guerra entre Estados Unidos y España por Cuba, en 1898, los norteamericanos estuvieron más preocupados por los 200 soldados que por día morían por la fiebre amarilla que por las bajas en los campos de batalla. Leonard Wood, el gobernador militar de la isla, que además era médico, pidió al gobierno de Estados Unidos que enviase una comisión para estudiar por qué sus soldados se morían como moscas a raíz de la fiebre amarilla, también conocida como “el vómito negro”.

Para suerte de Finlay, dos médicos que integraban esa comisión y que investigaban el paludismo, recomendaron que se les prestase atención a las investigaciones del cubano. Uno de ellos, Jesse Lazear, fue el más convencido de que Finlay estaba en el camino correcto, a tal punto que murió para darle la razón.

Es que el propio Lazear y otros voluntarios se dejaron picar por mosquitos obtenidos de huevos provistos por Finlay, y que habían ingerido sangre de enfermos de fiebre amarilla dos semanas antes.

Lazear, el médico James Carroll y el soldado William Dean se enfermaron voluntariamente. Lezear llevó un diario en una pequeña libreta, donde describió los síntomas día por día. Su última anotación fue el día 13, cuando falleció. Era el 25 de septiembre de 1900. Sin embargo, aun asi Finlay no logró vencer las reticencias del mundo científico.

La placa que está en la entrada al museo que lleva el nombre del médico cubano.

                 La placa que está en la entrada al museo que lleva el nombre del médico cubano.

Guerra a muerte al mosquito

Hubo que esperar al año siguiente con la exitosa campaña del médico militar norteamericano William Gorgas. El gobierno norteamericano de ocupación estaba acorralado por las críticas de los cubanos, que lo acusaban de que cada vez había más enfermos por fiebre amarilla y que no hacía nada. Entonces aplicó los consejos de Finlay, y con el lanzamiento de la campaña “Guerra a muerte al mosquito”, comenzó la erradicación de la enfermedad.

Cuando Cuba declaró su independencia, Finlay fue nombrado Jefe Superior de Sanidad. Tuvo su prueba de fuego en 1905, cuando en tres meses eliminó la epidemia de fiebre amarilla que se había desatado. Y ya nadie pudo quitarle los méritos. Terminaría una historia de 250 años de este flagelo en Cuba.

Busto en homenaje al médico y científico cubano. En su honor, el día de su nacimiento se conmemora el Día del Médico.Busto en homenaje al médico y científico cubano. En su honor, el día de su nacimiento se conmemora el Día del Médico.

Desde 1905, Finlay fue propuesto para el Premio Nobel, sin suerte. Falleció en La Habana el 20 de agosto de 1915, a los 82 años.

Como sucede en innumerables casos, el reconocimiento le llegó después de su muerte, cuando no podía disfrutarlo. Hoy existe la orden al mérito “Carlos J. Finlay” a los que presten servicios relevantes a la ciencia. Tomando la fecha de su nacimiento, el 3 de diciembre, se instauró el Día Internacional del Médico. Y en la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales hay un museo que lleva su nombre, que cuenta la historia de un cubano, con apellido escocés y que un día los norteamericanos le dieron la razón para beneficio de toda la Humanidad.

|Fuente: www.infobae.com.ar

Líder del estudio de plasma del Hospital Italiano: “El plasma es igual al placebo en pacientes que tienen una neumonía severa por COVID-19”

Un ensayo realizado en Argentina y liderado por el doctor Ventura Simonovich, del Hospital Italiano de Buenos Aires, revela que el plasma de convalecencia no produciría un beneficio clínico significativo. En diálogo con Infobae, el experto compartió los hallazgos publicados ayer en The New England Journal of Medicine

El plasma de convalecencia se ha utilizado para el tratamiento de enfermedades infecciosas durante más de un siglo, bajo el supuesto de que la inmunización pasiva puede “reactivar” el sistema inmunológico REUTERS/Francois LenoirEl plasma de convalecencia se ha utilizado para el tratamiento de enfermedades infecciosas durante más de un siglo, bajo el supuesto de que la inmunización pasiva puede “reactivar” el sistema inmunológico REUTERS/Francois Lenoir

La enfermedad por coronavirus 2019 tiene manifestaciones clínicas que van desde la ausencia de síntomas hasta la insuficiencia respiratoria. Hasta ahora, solo dos agentes han demostrado cierto grado de eficacia clínica en grandes ensayos controlados aleatorios: remdesivir, en pacientes hospitalizados con enfermedad pulmonar, y dexametasona, en pacientes hospitalizados que reciben oxígeno.

El plasma de convalecencia se ha utilizado para el tratamiento de enfermedades infecciosas durante más de un siglo, bajo el supuesto de que la inmunización pasiva puede “reactivar” el sistema inmunológico para controlar la evolución de la enfermedad hasta que se establezca una respuesta inmunitaria específica en la persona infectada. A pesar del gran interés, se ha demostrado claramente que el plasma de convalecencia sólo tiene valor en el tratamiento de la fiebre hemorrágica argentina, por lo que se considera un tratamiento estándar. Aunque predominantemente ensayos no aleatorizados y de etiqueta abierta han afirmado la eficacia del plasma de convalecencia en el SARS, síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS), influenza A (H1N1) en 2009, influenza aviar (H5N1) y Ébola, los datos concluyentes de ensayos controlados aleatorizados escasean.

Un equipo de profesionales encabezados por el doctor Ventura A. Simonovich -de la Sección de Farmacología Clínica de la Unidad de Cuidados Intermedios y Sección de Enfermedades Infecciosas del Departamento de Medicina Interna y Departamentos de Investigación y Medicina Transfusional perteneciente al Hospital Italiano de Buenos Aires- realizó una investigación que acaba de ser publicada por The New England Journal of Medicine. “El estudio PlasmAr agrupó a 12 hospitales de 5 provincias de la Argentina y logró mostrar que el plasma de convalecientes es igual al placebo en pacientes que tienen una neumonía severa por COVID”, sentenció en diálogo con Infobae el doctor Simonovich.

El equipo investigador estuvo integrado por profesionales de entidades de prestigio local como el Hospital Universitario Austral, la Clínica Zabala, Swiss Medical, el Sanatorio Trinidad de Palermo, la Clínica Santa Isabel, el Hospital Privado de la Comunidad, el Hospital Zonal Ramón Carrillo de Bariloche, el Hospital JM Ramos Mejía, el Sanatorio Británico de Rosario, el Hospital Privado de Córdoba y la Fundación Instituto Leloir.

La lupa sobre el plasma

A pesar del gran interés, se ha demostrado claramente que el plasma de convalecencia sólo tiene valor en el tratamiento de la fiebre hemorrágica argentina EFE/José Méndez/Archivo A pesar del gran interés, se ha demostrado claramente que el plasma de convalecencia sólo tiene valor en el tratamiento de la fiebre hemorrágica argentina EFE/José Méndez/Archivo

Los estudios observacionales han demostrado sistemáticamente que el plasma convaleciente tiene un perfil de seguridad adecuado en pacientes con COVID-19. Un análisis exploratorio en 4330 pacientes no mostró diferencias significativas en la mortalidad a los 7 días entre los pacientes que recibieron plasma con índices altos y los que recibieron plasma con niveles bajos en la población general; mientras que se observó una mortalidad a los 7 días un 20% menor en el subgrupo predefinido de los pacientes no intubados que recibieron plasma con índices más altos que en los que recibieron plasma con niveles más bajos (14%, frente a 11%). En un análisis post hoc, la mortalidad a los 7 días en pacientes no intubados menores de 80 años y tratados dentro de las 72 horas posteriores al diagnóstico fue del 6,3% en los que recibieron plasma con niveles altos y del 11,3% en los que recibieron plasma con índices bajos).

Un análisis de eficacia similar de la Clínica Mayo incluyó a 3082 participantes que recibieron una sola unidad de plasma entre los 35.322 pacientes que habían recibido plasma a través del programa de acceso ampliado. Después del ajuste de las características iniciales, la tasa de mortalidad a los 30 días fue del 29,1% en el grupo de títulos bajos y del 24,7% en el grupo de altos; la diferencia no alcanzó significación estadística. Un análisis de subgrupos post hoc también sugirió un beneficio del plasma de títulos altos en pacientes que recibieron plasma dentro de los 3 días posteriores al diagnóstico de COVID-19. Sobre la base de todos los datos disponibles, el plasma de convalecencia está actualmente disponible para su uso en los Estados Unidos bajo una autorización de uso de emergencia (EUA) y se ha utilizado ampliamente en todo el mundo en el contexto de un uso extendido y compasivo.

En un intento por determinar más claramente el efecto del plasma convaleciente en COVID-19, se realizó el ensayo PlasmAr para evaluar la seguridad y eficacia del plasma convaleciente en el tratamiento de la neumonía por SARS-CoV-2. “Las instituciones que participaron decidieron financiar con sus propios fondos este trabajo, algo único en nuestro país. Participaron en el proceso 161 personas”, afirmó el experto que lideró la investigación.

Un análisis exploratorio en 4330 pacientes no mostró diferencias significativas en la mortalidad a los 7 días entre los pacientes que recibieron plasma con índices altos y los que recibieron plasma con niveles bajos en la población general EFE/ Carlos Ortega Un análisis exploratorio en 4330 pacientes no mostró diferencias significativas en la mortalidad a los 7 días entre los pacientes que recibieron plasma con índices altos y los que recibieron plasma con niveles bajos en la población general EFE/ Carlos Ortega

La principal hipótesis de este ensayo fue que en pacientes con esas características, el tratamiento con plasma de convalecencia se asociaría con mejores resultados clínicos a los 30 días. Todos los participantes lo hicieron de manera gratuita y nadie recibió compensación alguna por esta estudio. “Esto -continúa Simonovich-, además de llevar muchas horas de trabajo, y una coordinación muy compleja, teniendo en cuenta que, por ejemplo, no se podían enviar insumos de un sitio a otro, habla de la importancia de haber llevado a cabo este estudio cuando, en otros países con muchísimos recursos económicos, no pudieron terminarlos o, ni siquiera realizarlos”.

Se asignó un total de 228 pacientes para recibir plasma de convalecencia y 105 para placebo. El estudio plasmar tuvo algunas particularidades, según informa el especialista del Hospital Italiano. “Presentaba la dificultad de enrolar pacientes en pandemia -indicó-, lo que implicó que muchos pacientes deseaban contar con plasma para su tratamiento por la expectativa que se había puesto en esa alternativa. Y luego de explicarles adecuadamente sobre la ausencia de evidencia sobre la eficacia real del plasma, ellos decidieron voluntariamente participar”.

El promedio de tiempo desde el inicio de los síntomas hasta la inscripción en el ensayo fue de 8 días y la hipoxemia fue el criterio de gravedad más frecuente para la inscripción. El plasma de convalecencia infundido tuvo un título medio. No se perdieron pacientes durante el seguimiento. Al día 30, no hubo diferencia significativa entre el grupo de plasma convaleciente y el grupo de placebo en la distribución de los resultados clínicos de acuerdo con la escala ordinal. La mortalidad global fue del 10,96% en el grupo de plasma convaleciente y el 11,43% en el grupo de placebo, para una diferencia de riesgo de −0,46 puntos porcentuales. Los títulos totales de anticuerpos contra el SARS-CoV-2 tendieron a ser más altos en el grupo de plasma convaleciente el día 2 después de la intervención. Los eventos adversos y los más graves fueron similares en los dos grupos.

“También logramos demostrar en este estudio -continúa Simonovich en diálogo con Infobae- que a los menores de 65 años a los que se les infundió plasma les va peor que a los que se les dio placebo. Este estudio demostró que la neumonía severa por COVID-19 no debería ser con plasma de convalecientes”.

En el informe se explica que “el uso de plasma de convalecencia no produjo un beneficio clínico significativo en comparación con placebo en pacientes con neumonía grave por COVID-19”. Este hallazgo contrasta con los de una serie de estudios no aleatorios que afirman que el plasma convaleciente es de beneficio sustancial e ilustra la importancia de los ensayos controlados aleatorios, especialmente en el contexto de una pandemia.

“Creo que en este escenario la voluntad de poder responder una pregunta científica muy importante tuvo muchísima energía por parte de todos los participantes -concluye Simonovich-. Definitivamente no sólo es un logro haber publicado en la revista más importante del mundo, sino también haber modificado una conducta de un tratamiento a nivel global gracias al esfuerzo desinteresado de muchísimas personas”.

|Fuente: www.infobae.com.ar