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Un solo planeta, una sola salud

La cuarentena transformó el aspecto del Gran Canal de Venecia (REUTERS/Manuel Silvestri)

La cuarentena transformó el aspecto del Gran Canal de Venecia (REUTERS/Manuel Silvestri)

La mayor preocupación en estos días al nivel mundial es la pandemia del coronavirus. Esta crisis sanitaria se suma a una lista de otras “crisis” que venimos enfrentando en América Latina desde hace tiempo, como la equidad social, la ambiental y la climática. La gravedad y número de todas estas “crisis” no deben desesperarnos, ya que para enfrentarlas el desafío tiene un factor en común: la salud. Ahora, tenemos la oportunidad de unificar esfuerzos y asegurar nuestro bienestar no solo con distanciamiento social, vacunas y hospitales, sino también en forma integral y a largo plazo.

La pandemia puso en evidencia que es imposible (¡y peligroso!) desconocer el vínculo que existe entre la salud humana y la salud ambiental. La naturaleza sana nos provee salud a través de una miríada de contribuciones materiales, como alimento o medicamentos; culturales, como espacio para actividades físicas, experiencias psicológicas y espirituales; y la regulación de procesos naturales, como la productividad del suelo, el ciclo del agua y el control de las enfermedades e inundaciones, etc. Por otro lado, la pérdida de biodiversidad y la degradación ecosistémica deja de ser un asunto de científicos y ambientalistas cuando queda evidente que nos perjudica a todos.

El brote de enfermedades por transmisión entre animales (“zoonóticas”), como Covid-19, rabia, Hantavirus, Ébola, SARS, H1N1, influenza aviar, dengue y malaria, entre otras, afecta la salud de millones de personas y exponen brechas sociales del acceso a los sistemas de salud. Menos reconocido es el hecho de que los factores que generan muchas de estas enfermedades son los mismos que causan las crisis ambiental y climática, incluyendo la pérdida de biodiversidad, la sobreexplotación o comercialización ilegal de especies silvestres, la pérdida y fragmentación de los ecosistemas, la contaminación y las especies exóticas invasoras.

En particular, la fuente de Covid-19 está asociada con malas prácticas de comercialización de fauna que transmitieron el virus a los humanos, pero no es el único caso. Vivimos situaciones similares con la pandemia del virus H1N1 en 2009-2010, vinculado con el mal manejo de la industria porcina, o el último episodio de Ébola en 2018, también asociado con la comercialización ilegal de fauna silvestre. A pesar de estos antecedentes, parecería que solo recién se ha tomado conciencia del problema y de sus causas, lo cual abre una oportunidad para mitigar la crisis actual y evitar repetirla a futuro.

Cambio en la forma de pensar, cambio en la forma de actuar

Ya hace tiempo existe una conciencia mundial de que vivimos en un solo planeta, y muchos llaman a cuidarlo por razones prácticas, como la conservación de los recursos naturales, y/o éticas, como el deber frente a un ser supremo o generaciones futuras. La pandemia actual hace evidente que también tenemos una sola salud que integra al ser humano con la naturaleza.

Durante este evento histórico mundial compartido, este cambio en cómo pensamos también puede ser un punto de inflexión en cómo vivimos. La Constitución nacional argentina nos asegura en su artículo N° 41 el “derecho a un ambiente sano”, pero también el “deber de preservarlo”. La operacionalización de este derecho-deber será más efectiva si no seguimos separando al “ser humano” del “ambiente” y a través del concepto de una salud integral podemos alinear mejor nuestros valores con nuestras acciones.

Por ejemplo, los biólogos nos explican que ante el cambio climático hay especies nativas de zonas cálidas que extenderán su distribución hacía áreas más templadas, es decir a latitudes y elevaciones mayores. Algunas de estas especies incluyen mosquitos de los distintos géneros que son vectores de malaria, dengue y fiebre amarilla. Así, el cambio climático afectará la biodiversidad y también generar impactos negativos en la salud humana. Además, la degradación ambiental no solo nos expone a estos vectores, pero éstos se suman a los aumentos en los eventos de calor extremo, temporales más severos, inundaciones y aluviones más frecuentes, todo a costo no solo de la economía y la naturaleza, sino de la salud humana. Por ende, las políticas públicas para enfrentar estos desafíos tienen que ser transversales, requiriendo integrar saberes de comunidades locales, médicos, ecólogos, veterinarios, científicos sociales y gestores.

La reacción socio-política argentina frente la crisis sanitaria ofrece esperanza. Hemos visto la priorización de valores solidarios, dando un ejemplo al mundo de nuestra capacidad de actuar por el bien común. Estos aprendizajes servirán al terminar la cuarentena; demuestran nuestra capacidad de operar frente una problemática común; demuestran que el ser humano, a pesar de tener un lado egoísta e individualista, también es un ser bondadoso y solidario. En estos días, hemos visto nuestro efecto en la naturaleza, con animales volviendo a recuperar los espacios que hemos dejado libre, pero también hemos vivido la “erosión” de nuestro bienestar al cortar la relación con los bosques, los ríos, hasta incluso las plazas y parques de las ciudades.

La salida de la cuarentena tiene que ser paulatina y cuidadosa y debe incluir la integración de los temas de salud y ambiente en la toda la agenda pública. Bajo el concepto de One Health, la Organización Mundial de la Salud ofrece soluciones concretas para no solo evitar el surgimiento de pandemias, sino también para que todos los sectores sociales tengan acceso a los beneficios de naturaleza. Por ejemplo, está demostrado que jóvenes de grandes ciudades tienen tasas de obesidad infantil más bajas cuando viven cerca de espacios verdes; o que los pacientes internados en hospitales con vistas “verdes” (de vegetación) o “azules” (de cuerpos de agua) se recuperan más rápidamente después de intervenciones quirúrgicas o tratamientos para el cáncer.

Recientemente, el ministro de Ambiente de Alemania afirmó esta necesidad de enfrentar el conjunto de crisis socio-ambientales seriamente, pidiendo a la Plataforma Intergubernamental de Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos (IPBES) ayuda a “reconstruirnos mejor” después de la destrucción socio-económica causada por esta pandemia (#buildbackbetter). Cabe recordar que en la Argentina tenemos docenas de expertos colaborando con IPBES, y muchas recomendaciones para adaptar nuestras políticas y sistemas ya existen. Es así que al recuperar las rutinas cotidianas después de la cuarentena, es factible aplicar estas lecciones de que todos somos parte de un único planeta con una única salud, pero dependerá de nuestras decisiones de que así sea.

El autor es investigador independiente del CONICET y profesor asociado de la Universidad Nacional de Tierra del Fuego.

Coronavirus es una advertencia de la naturaleza: ONU

La directora de Medio Ambiente de las Naciones Unidas, Inger Andersen, aseguró que la naturaleza se está manifestando frente a las afectaciones generadas por el hombre. La pandemia de covid-19 y la actual crisis climática, son una muestra de ello.

El coronavirus es un mensaje de la naturaleza. Foto: PIxabay El coronavirus es un mensaje de la naturaleza. Foto: PIxabay

La directora de medio Ambiente de la Organización, Inger Andersen, aseguró que la naturaleza está enviando un mensaje con la pandemia de coronavirus y la actual crisis climática.

En una entrevista al diario The Guardian, advirtió que el hombre ejerce demasiadas presiones sobre el mundo natural con consecuencias dañinas. Dijo que si no se cuida el planeta significa que no nos cuidamos a nosotros mismos.

En su opinión, la prioridad inmediata es proteger a las personas del coronavirus y prevenir su propagación. “Pero nuestra respuesta a largo plazo debe abordar la pérdida de hábitat y biodiversidad”, agregó.

“Nunca antes existieron tantas oportunidades para que los patógenos pasen de los animales salvajes y domésticos a las personas”, dijo a explicar que el 75 por ciento de todas las enfermedades infecciosas emergentes provienen de la vida silvestre.

Para la funcionaria, la continua erosión de los espacios silvestres han acercado al hombre a animales y plantas que albergan enfermedades que pueden saltar a los humanos.

También señaló otros impactos ambientales, como los incendios forestales de Australia, los récords de calor rotos y la peor invasión de langostas en Kenia en 70 años. “Al final del día, con todos estos eventos, la naturaleza nos está enviando un mensaje”, dijo Anderson.

Dijo que las personas están íntimamente interconectadas con la naturaleza.

“Si no cuidamos la naturaleza, no podemos cuidarnos a nosotros mismos. Y a medida que avanzamos hacia una población de 10 mil millones de personas en este planeta, necesitamos ir a este futuro armados con la naturaleza como nuestro aliado más fuerte “.

No al tráfico silvestre

De esta forma, el tráfico de especies de la vida silvestre vuelve a estar sobre la mesa, pues es una de las principales razones por las que se han expandido algunas enfermedades. Por eso no son pocas las voces en torno a que esta práctica se debe prohibir en el mundo. Científicos han advertido que el brote de covid-19 es una advertencia, dado que existían muchas más enfermedades mortales en la vida silvestre. En su opinión casi siempre es el comportamiento humano lo que causa que las enfermedades se extiendan a las personas.

Para evitar que pandemias como la que hoy enfrenta el mundo se vuelvan a registrar, los  expertos manifiestaron que tanto el calentamiento global como la destrucción del mundo natural para la agricultura, la minería y la vivienda tienen que terminar, ya que ambos ponen la vida silvestre en contacto con las personas.

Los virus mutan naturalmente y pueden recombinarse, compartiendo diferentes componentes para crear nuevos virus. Por estarazón, los ambientalistas indican que el comercio de vida silvestre y los mercados de carne, donde varias especies vivas se mantienen juntas y se sacrifican en las mismas superficies, son un espacio perfecto para nuevos patógenos, por ello organizaciones ambientales internacionales como Wildlife Conservation Society y Global Wildlife Conservation han solicitado que acabe esta práctica, así como los mercados de animales vivos.

Explican que los animales son capturados en la naturaleza y transportados a un mercado, donde interactúan con otras especies de otros lugares. Allí los animales están confinados bajo condiciones estresantes, intercambiando excrementos y, por lo tanto, virus antes de ser sacrificados en el sitio. Esto permite que la sangre y los órganos estén expuestos y aumenta la interfaz con los humanos. 

Cómo trabajan desde Estados Unidos científicos del CONICET que desarrollan un test rápido de COVID-19

En el marco del proyecto de una empresa de base biotecnológica creada bajo normativa del Consejo, un grupo de investigadores y becarios viajó a San Francisco para ajustar las técnicas que se utilizarán en un kit diagnóstico portátil para detectar el virus SARS-CoV-2.

Adriana Rinflerch y Daiana Ibáñez trabajan en el IBS de Misiones y viajaron a San Francisco para desarrollar el test rápido de COVID – 19.

Para avanzar en el desarrollo de un test rápido que detecte el virus que causa la COVID-19, investigadores del CONICET están trabajando desde laboratorios de la ciudad de San Francisco, en Estados Unidos. Lo hacen en el marco de un proyecto de la startup CASPR Biotech, una empresa de base biotecnológica creada bajo normativa del Consejo, que busca utilizar la tecnología CRISPR para crear un kit diagnóstico portátil que permita identificar el material genético del SARS-CoV-2.

Esta semana se incorporaron al equipo tres científicas que se desempeñan en institutos de Misiones y Santa Fe, que se suman otros investigadores y becarios que están instalados allí desde el marzo. El objetivo es ajustar las técnicas necesarias para que el test esté listo en dos meses, para luego ser evaluado y autorizado por los organismos de control de Argentina y Estados Unidos.

Adriana Rinflerch es investigadora asistente del CONICET en el Instituto de Biología Subtropical (IBS, CONICET – UnaM) y viajó el último fin de semana a San Francisco. “Voy a estar trabajando en el laboratorio durante un mes. Mi tarea específicamente tiene que ver con la amplificación de la muestra. Estamos buscando optimizar una técnica de diagnóstico molecular para que todo el proceso se dé en condiciones similares”, explica la genetista, quien se sumó al grupo junto a Antonela Palacios y María Eugenia Llases, becarias postdoctorales del Instituto de Biología Molecular y Celular de Rosario (IBR, CONICET – UNR).

La técnica que utiliza Rinflerch es la de amplificación isotérmica medida por bucle (llamada LAMP, por sus siglas en inglés), que es similar a la de reacción en cadena de la polimerasa (PCR), pero que se realiza a una misma temperatura, por lo que no requiere un termociclador. Otros grupos están abocados a distintas tareas, como el procesamiento de las muestras, la identificación de las proteínas o la detección del producto final.

La mayor facilidad para el acceso a insumos es el principal motivo por el que parte del diseño del kit desarrollado por científicos argentinos se realiza en Estados Unidos. Además, los responsables del proyecto explican que, al ser elaborado en laboratorios de ese país, se facilitará el acceso al circuito de evaluaciones de la U.S. Food and Drug Administration (FDA) y, posteriormente, de la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) de Argentina.

Para llegar a San Francisco y unirse al equipo que busca obtener este recurso clave para la contención de la pandemia, las científicas fueron trasladadas en uno de los vuelos especiales dispuestos por el Gobierno Nacional para repatriar a argentinos varados en el exterior por el cierre de las fronteras. “Gestionamos autorizaciones de los Ministerios de Ciencia y Tecnología, de Transporte y de Salud Pública. Eso nos permitió trasladarnos por vía terrestre hasta Ezeiza y desde allí viajar hasta Miami en un avión que vino vacío, sólo con la tripulación. Ahí tuvimos una conexión hasta nuestro destino final, en un vuelo que también tenía muy pocas personas”, detalla Rinflerch y destaca que en el laboratorio están manteniendo estrictas medidas de distanciamiento y cuidado personal para garantizar la seguridad de todo el grupo de trabajo.

Otra de las integrantes del equipo es Daiana Ibáñez, becaria doctoral del IBS, quien viajó a Estados Unidos en marzo, también con una autorización especial. Desde allí, trabaja de manera coordinada con su director Federico Pereyra-Bonnet, investigador del CONICET en la Unidad Ejecutora de Investigaciones en Producción Animal (INPA, CONICET-UBA) e integrante de CASPR Biotech, quien se encuentra en Buenos Aires.

Tanto Rinflerch como Ibáñez pertenecen al Grupo de Investigación en Genética Aplicada (GIGA) del Nodo Posadas del IBS y establecieron vínculos con los científicos que participan de CASPR Biotech en 2019, cuando realizaron ensayos para kits de diagnóstico rápido de dengue en la ciudad de Posadas. “Aunque ahora todos los esfuerzos están orientados a optimizar este sistema para COVID-19, las técnicas que estamos mejorando y el conocimiento que estamos generando, nos van a servir para otros virus, incluso para enfermedades genéticas y hasta para ciertos tipos de cáncer”, adelanta la investigadora, quien trabaja en la creación de una plataforma de ensayos in vitro para implementación de medicina de precisión en cáncer de piel.

“Hay proyectos de otros países que están utilizando CRISPR para diagnóstico, pero este será el primero de producción argentina. Si obtenemos los resultados que esperamos, se va a poder ofrecer un sistema más accesible, rápido y de menor costo, en un formato similar al de los test de embarazo que se comercializan masivamente”, concluye.

Comienza el estudio de vigilancia sanitaria para evaluar la proporción de personas con serología positiva para COVID-19

El primer paso de la investigación será en la estación Plaza Constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires con el fin de evaluar el protocolo de toma de muestras para luego seguir avanzando en más estaciones y jurisdicciones.

Luego de recibir durante esta semana 170.000 test serológicos procedentes de China, el Ministerio de Salud dará inicio mañana al estudio de vigilancia sanitaria para evaluar la proporción de personas con serología positiva para COVID-19. La investigación se centrará en el transporte público y en la primera etapa se tomarán muestras en las estaciones Plaza Constitución, Once y Retiro de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

“Estos tests no tienen un rol diagnóstico y están indicados para investigación, con el objetivo de conocer qué proporción de las personas han tenido contacto con el virus y han generado anticuerpos”, explicó la secretaria de Acceso a la Salud, Carla Vizzotti.

“Mañana – continuó la viceministra – vamos a dar el primer paso en la estación de Constitución para evaluar el protocolo de toma de muestras para después seguir trabajando en la implementación en el resto de las estaciones y en otras jurisdicciones del país”.

Vizzotti también informó que hoy habrá una reunión a través de teleconferencia del Consejo Federal de Salud (COFESA) donde el ministro de Salud de la Nación, Ginés González García, trabajará con sus pares provinciales y que por la tarde se reunirá con el presidente de la Nación, Alberto Fernández, y los infectólogos que forman parte del Comité de Expertos para seguir analizando los próximos pasos.

Por su parte, el subsecretario de Estrategias Sanitarias, Alejandro Costa, brindó datos sobre la situación epidemiológica actual en la que los casos confirmados suman 3.288 entre los que se incluyen 159 fallecidos, con una tasa de letalidad de 4,8 %. En terapia intensiva hay 136 personas y 919 ya obtuvieron el alta médica.

Respecto de los estudios diagnósticos, se realizaron un total de 41.786 tests con una tasa de positividad de 9,35 por ciento.

Una oportunidad para eliminar criaderos de mosquitos

“En este contexto de cuarentena tenemos la gran oportunidad de ser partícipes activos para prevenir el dengue desde nuestros domicilios en balcones, patios, terrazas y jardines”, aseguró el director de Control de Enfermedades Transmisibles por Vectores, Adrián Galo. El objetivo es eliminar los recipientes y objetos que pueden acumular agua donde la hembra adulta del mosquito Aedes aegypti deposita sus huevos.

El funcionario informó que en el país están circulando los serotipos de dengue 1, 2 y 4 y que una hembra adulta de mosquito en su ciclo de vida útil puede poner entre 500 y 700 huevos por lo cual es muy importante eliminar los criaderos. Las recomendaciones para eso son:

• Eliminar todos los recipientes en desuso que puedan acumular agua (como latas, botellas, neumáticos).
• Dar vuelta los objetos que se encuentran en el exterior y pueden acumular agua cuando llueve (baldes, palanganas, tambores).
• Cambiar el agua de bebederos de animales y limpiar los colectores de desagües de aire acondicionado o lluvia, dentro y fuera de la casa, cada tres días. Es importante frotar las paredes de los recipientes con una esponja a fin de desprender los huevos de mosquito que puedan estar adheridos.
• Rellenar los floreros y portamacetas con arena húmeda.
• Mantener los patios limpios y ordenados y los jardines desmalezados.
• Limpiar canaletas y desagües de lluvia de los techos.
• Tapar los tanques y recipientes que se usan para recolectar agua.

También es importante prestar atención a síntomas como fiebre acompañada de dolor detrás de los ojos, de cabeza, muscular y de articulaciones; nauseas y vómitos; cansancio intenso; aparición de manchas en la piel; picazón y/o sangrado de nariz y encías; y consultar al médico y no automedicarse.