Expertos estiman que en el país cerca de 500 mil personas viven con hepatitis B y C y sólo un 30% lo sabe. Para la B hay una vacuna preventiva mientras que para la C, un tratamiento. La detección precoz es fundamental.
Actualmente, más de 500.000 personas en Argentina viven con hepatitis B y C y sólo un 30% está diagnosticado.
En el marco del Día Mundial contra la Hepatitis que se celebra el 28 de julio, especialistas promueven la generación de conciencia acerca de la importancia de la prevención y detección, precoz y efectiva de la enfermedad.
Existen diferentes tipos, una de ellas es la hepatitis A es una enfermedad aguda, esencialmente benigna, que se cura sola en la gran mayoría de los casos, ya que, raramente este virus produce formas fulminantes que llevan a la muerte o a la necesidad de un trasplante. Se la puede contraer a través de agua y comida que estén contaminadas con materia fecal que contiene el virus, por lo que el bajo desarrollo sanitario de las comunidades tiene un impacto alto en su prevalencia.
En tanto, la hepatitis B puede contraerse de manera sanguínea o sexual, se trata de una enfermedad que puede evolucionar a forma crónicas y producir cirrosis y cáncer hepático y puede prevenirse con una vacuna.
Por su parte, la hepatitis C, que es la más frecuente en Argentina (la tiene alrededor del 1% de la población), evoluciona a formas crónicas en el 80%-90% de los casos, puede producir cirrosis y cáncer hepático y, si bien la mayoría se cura con los nuevos tratamientos, es fundamental conocer su existencia para abordarla con el tratamiento adecuado.
“Actualmente, más de 500.000 personas en Argentina viven con hepatitis B y C y sólo un 30% está diagnosticada. Esto genera dos problemas graves: el primero es el riesgo de transmitir el virus a otras personas y el segundo es la posibilidad de que esta hepatitis evolucione con daño crónico del hígado”, explicó el doctor Luis Colombato, Staff de Hepatología del Hospital Británico.
Colombato manifestó además que “en la Sección de Hepatología, dependiente del Servicio de Gastroenterología, identificamos una baja importante en la consulta médica, resultante del aislamiento social y del miedo al contagio de coronavirus”.
“En el Hospital Británico implementamos todas las medidas de seguridad necesarias para atender en Zonas de Atención Verdes, de bajo riesgo COVID, y también a través de Teleconsulta, para que los pacientes puedan acceder a un especialista de forma presencial o virtual”, añadió.
En tanto, desde la Unidad de Trasplante Hepático, su jefe el doctor Federico Villamil señaló: “El trasplante está indicado en pacientes con enfermedades hepáticas avanzadas e irreversibles, para las que no se dispone de ningún tratamiento alternativo”.
“El 80% de los trasplantes se realizan en personas con cirrosis hepática que es la etapa final de diversas enfermedades crónicas (como las hepatitis B o C, entre otras) luego de años o décadas de evolución. La indicación del 20% restante de los trasplantes es la hepatitis fulminante que se caracteriza por la destrucción acelerada y masiva del tejido hepático y se asocia a un muy elevado riesgo de muerte”, señaló Villamil.