El titular de la Superintendencia de Servicios de Salud (SSS), Eugenio Zanarini, murió de un infarto el martes pasado, a los 71 años, según confirmaron fuentes del Ministerio de Salud a LA NACION. El hombre asumió su cargo en el organismo, que se encarga de regular y controlar a las obras sociales y a las entidades de medicina prepaga, de la mano del exministro Ginés González García.
Zanarini tenía antecedentes cardíacos. El 31 de diciembre de 2020 tuvo un infarto, el mismo día en que el presidente Alberto Fernández dejó sin efecto el aumento del 7% otorgado 24 horas antes a las prepagas, era uno de los hombres de mayor confianza que González García conservaba en la administración pública después de ser echado por el escándalo de las vacunas VIP.
Incluso, Zanarini integró la nómina de 70 nombres que divulgó el Gobierno cuando salió a la luz la inoculación de políticos y personas allegadas al poder que no se encontraban entre los trabajadores prioritarios a ser vacunados. No obstante, su inoculación fue lógica ya que se desepeñaba como personal de la salud y miembro inicial del comité de seguimiento de la pandemia que se montó en el octavo piso del Ministerio de Salud.
Sin su jefe, la influencia de Zanarini comenzó a erosionarse a pesar de que afirmó tener el visto bueno de la flamante ministra para distribuir durante el mes en curso unos 1200 millones de pesos entre las obras sociales sindicales en concepto de reintegros de prestaciones de alta complejidad.
A principios de este año, Zanarini fue clave al oponerse a la reforma del sistema de salud que impulsa una parte del kirchnerismo. “Un sistema único e integrado es inviable”, había dicho sobre la propuesta del Instituto Patria impulsada por Nicolás Kreplak, viceministro de Salud de Axel Kicillof. La reforma prevé un sistema integrado, a cargo de un súper ministro, además de contemplar un giro en el manejo de los fondos y en el control de los precios y las prestaciones.
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