La salud estaba en crisis desde antes que el país viviera su peor inflación después de los últimos casi 30 años, con índices de pobreza del 43,1% y de indigencia del 8,1% que crecieron entre el 53% y el 45% respectivamente desde 2014.
Ya sea técnico, auxiliar, enfermero o residente, el salario neto que recibe cualquier integrante del sistema de salud apenas sobrepasa la línea de pobreza.
Paradojas de la vida, el antiguo ideario de M’hijo el dotor después de 10 años de formación o incluso más, quedó pulverizado a tal punto que los jóvenes ya no quieren ejercer la profesión. Y si sus padres son médicos, desalientan seguir esta vocación. O bien, sucede que al recibir el preciado título, los graduados migran buscado mejores horizontes con solo cruzar las fronteras.
Hoy ese vacío de profesionales se ve en las guardias de pediatría, donde los puestos son imposibles de cubrir en su totalidad, y las residencias para formación de médicos de familia y médicos clínicos tienen cada vez menos postulantes.
Según una estadística presentada por el ministerio de Salud de la provincia de Buenos Aires, este año los cargos de Medicina clínica alcanzaron a cubrir vacantes en un 58,5 %. Apenas el 37,9% se cubrió en Medicina familiar y el 28.8%, en Pediatría.
La razón es que estos profesionales y otros, en los que se basa la atención primaria de la salud, son los peores remunerados del sistema, aun siendo la estructura angular de cualquier modelo sanitario eficiente y equitativo.
La Argentina, aun meca de la formación en Medicina, por su calidad y gratuidad, es para muchos estudiantes de países vecinos lugar de tránsito. Prueba de ello es que, al ingreso a la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), el 40% de los postulantes que se presentaron es extranjero.
Entre prestaciones, valores y pacientes
Nuestro país nunca retribuyó correctamente a los integrantes de su sistema de salud. Cualquier prestación costaba, hasta 2020, entre el 25% y el 10% de los valores en EE.UU., con igual calidad, mejor acceso y mayor calidez por parte de los profesionales. Ahora, en 2023, inflación mediante y precios deprimidos, mejor no hacer ningún cálculo.
Todo es opinable, pero que una consulta médica de un especialista se abone entre 4 y 8 dólares, en el mejor de los casos, no necesita explicación. Eso tampoco justifica que las prepagas apunten turnos cada 10 minutos.
Nadie puede hacerse el desentendido, esto se viene anticipando desde hace décadas. No hay funcionario que no supiera que este sistema era inviable antes de la pandemia y que luego de ella está en terapia intensiva.
En los últimos 136 meses, desde la promulgación de la ley de Regulación, donde no solo se vulneraron los contratos entre partes, sino los más básicos principios de la economía y del sentido común, se cargó a los afiliados del sistema con el 100% del costo de salud, como así también el de los nuevos beneficiarios, que aún mayores y enfermos, se incorporaron bajo una pátina de solidaridad malentendida, ya que estos elevados costos no fueron asumidos por toda la sociedad, sino que fueron afrontados con los recursos del propio sistema, o sea sus aportes.
A esto, se sumaron más de 70 leyes que agregaron coberturas de tratamientos, generalmente innovadores y de alto precio y consiguientemente de comportamiento monopólico.
A las coberturas sociales, también se agregaron geriátricos, escuelas, deportes y traslados, que seguramente serán muy necesarios y justificados, pero que nada tienen que ver con asistencia médica y que hoy consumen prácticamente el 100% del fondo solidario que se constituye con aportes y contribuciones de los trabajadores para hacer frente a gastos catastróficos y ayudar a las entidades de la seguridad social con menos ingresos promedio.
En este periodo de 11 años y 6 meses, los Medicamentos de Alto Precio (MAP) se incrementaron 98 veces (un 9834%), el PMO (canasta de prestaciones de la seguridad social) se incrementó 73 veces (7275%), el ındice de precios nivel general (IPC NG) 69 veces (6854%), mientras los salarios de enfermería subieron 52 veces (5230%) y las cuotas de la medicina prepaga 47 veces (4665%).
No hace falta ser un economista para darse cuenta de que no habría ninguna posibilidad de subsistencia desde el momento en se empezaron a tomar todas las decisiones arbitrarias y muchas veces teñidas de ideología que nos trajeron al presente.
El Estado, con el accionar de sus distintos poderes, fue responsable de esta situación, de la que fue advertido innumerable cantidad de veces.
Hoy solo es necesario detener el deterioro y reconstruir sobre lo muy bueno que el sistema tiene. Al sistema de salud se le podrá pedir compromiso, excelencia académica, vocación de servicio, pero por ahora, ni magia ni milagros.
| Fuente: www.tn.com.ar