Los anuncios recientes del Presidente electo Javier Milei, que vienen a consumar lo proclamado durante su campaña electoral, deben poner en alerta al sector sanitario de nuestro país y se suman a una serie de iniciativas que, a la luz de las experiencias locales e internacionales, sin dudas van a impactar fuertemente en los indicadores sanitarios y en la calidad de vida de nuestra población, sobre todo en los sectores que reciben cobertura y atención del sistema público de salud y en la cobertura y acceso federal de las acciones sanitarias
Esta decisión de degradar el Ministerio de Salud al rango de Secretaría de Salud va a impactar en cuatro aspectos sustanciales del funcionamiento de este área de gobierno central en la promoción, prevención, recuperación y cuidado de la salud de la población. Los aspectos Políticos, Operativos, de Gestión Federal y de Financiamiento experimentarán un profundo daño que ocasionarán consecuencias negativas en todas variables sanitarias.
En el marco general de la propuesta para el sector salud de Javier Milei se avizora un abismo sanitario de exclusión e inequidad, que llevará a una desorganización profunda del sistema sanitario argentino, que a pesar de las dificultades y desajustes, funciona bien y generó una respuesta altamente positiva frente a la crisis y tensión sanitaria que tuvo que atravesar en la última pandemia de Covid -19.
La degradación del Ministerio de Salud al rango de Secretaría bajo la dependencia de un mega Ministerio de Capital Humano, donde convivirán los hasta hoy ministerios de Salud, Educación, Trabajo y Desarrollo Social, impactará fuertemente en los aspectos políticos de la gestión sanitaria, esto es su vinculación directa con el Presidente y gabinete de ministros nacionales y otros ministros provinciales. Pasará a depender de la intermediación del Ministro/a del área creada, que deberá contemplar las propuestas e intervenciones de áreas sociales tan disímiles y fundacionales como son la salud, la educación y el desarrollo social. Por otra parte, las relaciones con organismos internacionales ligados a políticas sanitarias (OMS/OPS) donde confluyen los máximos referentes políticos del área de los diferentes países, nos ubicará un escalón por debajo de los líderes sanitarios de casi todos los países del mundo.
La gestión federal de la salud implica la coordinación de políticas sanitarias entre el gobierno nacional y los gobiernos provinciales y se verá gravemente afectada por la sumisión del actual ministerio de salud a otro ministerio, lo que generará trabas, dilaciones administrativas y demoras en la gestión de compras y contrataciones. Lejos de redundar en eficiencia y transparencia, como intenta presentarlo el recientemente elegido presidente, burocratizará aún más la gestión y re-direccionará los recursos de salud hacia cuestiones sanitarias no prioritarias. Esta devaluación del rango ministerial en salud desatiende y desconoce las profundadas desigualdades y desequilibrios regionales que existen a lo largo y ancho de nuestro país.
El aspecto operativo de esta decisión de subsumir el ministerio de salud al rango de secretaría de Salud también impactará en la programación federal y la distribución de insumos y recursos, ralentizará el desarrollo y apoyo a programas preventivos, planes sanitarios, entrega de medicamentos e insumos médicos (tiras reactivas, bolsas de colostomía, etc), dificultará la provisión a las provincia y municipios de instrumental, tecnología y aparatología sanitaria, impactará negativamente en los programas de procreación responsable y abordaje territorial, restará apoyo y promoción de la ley de Salud Mental, a la red de atención de pacientes oncológicos y federalización del Incucai.
Nuestra historia reciente nos da muestra de lo inefectivo y catastrófico que el subnivel de la gestión sanitaria tiene al disponer en un solo superministerio, como el propuesto por Milei, la gestión operativa que interfiere fuertemente, por ejemplo en la logística de distribución de insumos que quedó demostrado durante la gestión en salud del gobierno de Mauricio Macri (que de la misma manera dispuso la degradación del ministerio de salud durante el año 2018) y en donde casi 4 millones de dosis de vacunas fueron arrumbadas en los depósitos sin capacidad de distribución a los efectores sanitarios, lo que conllevó una caída catastrófica de la cobertura de vacunas en los más pequeños durante esos años.
El financiamiento del sistema de salud y de los efectores públicos se verá fuertemente afectado, dado que toda reducción del “status” en el organigrama del Estado conlleva una menor participación en la asignación de los recursos presupuestarios. Coincidentemente con ello el modelo libertario propone ir hacia un sistema de seguro de salud con financiamiento de la demanda y eliminación del aporte de fondos públicos a los hospitales, que deriva en privatizaciones, restricción de servicios y prestaciones médicas, reducción del número de camas en hospitales públicos e inestabilidad laboral de los trabajadores de la salud. En definitiva, la propuesta del futuro Presidente retrograda el derecho a la salud y es de esperar el hundimiento y deterioro de calidad de vida de todos los argentinos.
Pero la decisión adoptada por el futuro presidente anarcocapitalista no es original. Desde su creación durante la presidencia del General Perón, en el año 1949 a cargo del Doctor Ramón Carrillo, los sucesivos procesos de degradación del Ministerio de Salud coincidieron con gobiernos de facto productos de golpes militares en los años 1955 y 1966, y el más reciente con el gobierno del ingeniero Mauricio Macri en el 2018.
Solo para estar atentos. En el periodo (1966-1972) cuando se relegó el Ministerio de Salud al rango de Secretaría de Salud, su presupuesto pasó de 3,08 % en 1966 al 1,90 % en 1972. Y fue durante la dictadura Ongania-Levingston-Lanusse, durante esos años de plomo, las áreas de Defensa y Seguridad aumentaron su presupuesto de 17,31 % a 18,40 %, mientras que simultáneamente crecía la mortalidad infantil, el número de nacimiento de niños con bajo peso, la mortalidad materna y las enfermedades infecto-contagiosas.
La degradación del área sanitaria no es sólo una estrategia de reordenamiento administrativo, es la expresión acabada del abandono del Estado de una de las políticas sociales más importantes con las que cuenta un país. Significa la resignación por parte del gobierno de la conducción estratégica y la rectoría de un sector altamente sensible al bienestar de nuestro pueblo.
* Médico pediatra, docente universitario, directivo del Hospital Samic “René Favaloro”, miembro del Foro Popular de Salud.
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