Aunque son sectores que trabajan con alta ocupación, los casos de covid requieren más tiempo de internación y frenan la rotación. También se resiente la calidad de atención.
Hasta un 95% de ocupación de camas. Más del doble de positividad que una semana atrás. Y un aumento del 44% en el traslado de casos sospechosos o confirmados de Covid en los últimos 15 días. Son cifras del sistema de salud privado en la Ciudad y el Gran Buenos Aires, muestras de un sistema sanitario estresado y casi al límite.
Según las fuentes del sector, el porcentaje de positividad pasó del 17% en la última semana de marzo al 37% en la primera semana de abril. El nivel de ocupación de camas en salas de Terapia Intensiva y de internación general, en tanto, es del 90% en promedio, con picos de 95% en algunos sanatorios.
Días atrás, Claudio Belocopitt había sido terminante: “Con la curva así, el sistema privado no aguanta más de cuatro o cinco días”, dijo el presidente de la Unión Argentina de la Salud (UAS) en diálogo con Radio Con Vos.
Aunque las fuentes consultadas advierten que es difícil predecir con tanta precisión cuándo colapsará un sistema sanitario, sí admiten que la situación es, como mínimo, más complicada que nunca.
En los ingresos de clínicas y sanatorios privados, como la Trinidad de Ramos Mejía, se ven filas de gente esperando para consultar antes síntomas compatibles con el coronavirus. Foto: Juano Tesone
“El sistema de salud privado está severamente estresado, con el agravante de que los pacientes con Covid mantienen una cama ocupada entre siete y diez días si son casos moderados, y de 20 a 30 días si son graves”, explica Hugo Magonza, miembro de la Comisión Directiva de la UAS y director del Cemic.
Una postal vista en primera fila por Pablo Pratesi, jefe de Terapia Intensiva del Hospital Universitario Austral, en Pilar. “Estamos al límite de la ocupación completa en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI): nos queda una sola cama. Y eso que en los últimos meses aumentamos la capacidad en esas salas y en las de internación general”.
En la Clínica Olivos la fila de gente con síntomas de Covid nunca se acorta. Pueden pasar cinco horas hasta conseguir ser testeado. Si el hisopado da positivo y es un caso grave, el panorama que se abre es peor: la sala de Terapia Intensiva está completa.
Son sistemas que suelen trabajar con ocupación casi plena. Pero la diferencia con la situación actual, según insisten fuentes del sector, es que la rotación es más lenta por los tiempos de internación más prolongados que requieren los pacientes con Covid. Dicen, por ejemplo, que el promedio en salas comunes es de dos o tres días para otras patologías. Y en terapia de hasta 7 para, por ejemplo, una intervención cardíaca.
En los ingresos de clínicas y sanatorios privados, como la Clínica Olivos de Vicente López, se ven filas de gente esperando para consultar antes síntomas compatibles con el coronavirus. Foto: Juano Tesone
“No es lo mismo un paciente que viene de una cirugía, que está entre 24 y 72 horas y al que le reservás una cama de cuidados críticos sólo para que se recupere en un ámbito de alta seguridad. En Covid hay menos rotación”, suma Magonza.
Otra contra del aumento de casos es la baja en la calidad de la atención. Es que si se llena la clínica de mayor nivel y menor mortalidad, pueden pasar dos cosas, ambas malas: que el paciente sea atendido en sectores alternativos, con personal de menor experiencia, o bien sea derivado a otro centro de salud de menor calidad. Así lo admiten fuentes cercanas al sector sanitario privado.
“Hay que meter dentro de la agenda diaria a todos los pacientes graves, incluidos los oncológicos, los que tuvieron algún accidente, los de Covid. Todos los días hay que hacer un trabajo de ingeniería para que nadie quede sin atenderse”, remarca Pratesi.
Todo eso en el marco de más de un año de pandemia, que dejó al personal médico completamente agotado. “Las especialidades de terapia intensiva son las que tienen más burnout (agotamiento) en el mundo -agrega Pratesi- y la ecuación económica es muy mala, con lo cual es muy difícil conseguir gente que quiera trabajar de eso”.
Los aumentos de sueldo de todas las especialidades perdieron contra la inflación, pese a que los sanatorios y clínicas ahorraron, según distintas estimaciones, hasta un 70% de gastos por estudios e intervenciones que dejaron de hacerse, indican fuentes cercanas al sector de salud privado.
Con todo, todavía hay cierto margen pese al alto nivel de ocupación: aún pueden adaptarse otras salas que no sean de terapia intensiva, como las de unidades coronarias o las de guardia y dividir salas para alojar a dos personas en lugar de a una. También, hacer que los pacientes se tiendan boca abajo y con la cabeza de lado (posición decúbito prono) en sala de internación general a fin de mejorar la oxigenación, y llevarlos a Terapia Intensiva sólo cuando necesitan respirador.
“El sistema de salud tiende a adaptarse a las necesidades. Si es necesario, vamos a habilitar otros centros y dotarlos de personal y recursos -asegura Magonza-. Vamos a hacer lo imposible para que todos sean atendidos”.