El confinamiento y la reducción de la sociabilidad, el paso a la virtualidad en la enseñanza e incluso la ausencia total de la continuidad en el sistema educativo son las principales causas que afectaron la salud mental de los niños, niñas y adolescentes durante la pandemia de Covid-19. Así lo reveló el informe Estado Mundial de la Infancia 2021 de Unicef, que sumó un dato preocupante: los efectos en esta población se prologarán durante varios años.
“La pérdida de la escolaridad y de los vínculos sociales en una etapa vital de crecimiento dejarán unos efectos en los chicos a los que se deberá prestar gran atención y que tendremos que ir atajando en los próximos años”, señaló a LA NACION Fernando Zingman, responsable de salud de Unicef.
Una encuesta realizada en mayo por el organismo reveló que el 33% de los adolescentes admitieron sentirse angustiados y el 25% se sentía asustado ante la incertidumbre por el contexto del Covid-19. “El rol que hoy tiene la escuela en el desarrollo y bienestar de chicos y chicas es fundamental. La conectividad pasó a ser un diferencial y en los entornos más precarios sufrieron más aspectos psicoemocionales. Pero ante el plan de vacunación y la apertura de las escuelas en el país, se registró un optimismo mayor en los chicos que les abrió perspectivas de futuro”, destacó Zingman.
Por ello, instó a los gobiernos de todo el mundo a comprometerse y actuar para promover la salud mental de esta población y de sus cuidadores, invirtiendo en prevención, promoción y cuidado hacia toda la sociedad, integrar y ampliar las intervenciones de las áreas de salud, educación y protección social, y deshacer el estigma que rodea a la salud mental.
“Los adolescentes a los que atendí desde que inició la pandemia presentaron cuadros de ansiedad mucho más intensa y con mayor angustia. Esto predomina en las chicas de 15 años”
Nora Fontana, psicóloga clínica
Según datos de Unicef, el suicidio es la primera causa de muerte por causas externas en los adolescentes en la Argentina, donde en 2019 se suicidaron 459 jóvenes y el 14% tenía entre 10 y 14 años.
Nora Fontana, experta en psicología clínica y que forma parte del equipo profesional del Centro de Asistencia al Suicida (Cas), dijo: “Se avecina ahora una pandemia de salud mental, en la que primará la depresión sin lugar a dudas: la serotonina ha bajado”.
Según la encuesta de Unicef, el 72% de los adolescentes en la Argentina sintió la necesidad de pedir algún tipo de apoyo en relación a su bienestar emocional.
“Los adolescentes a los que atendí desde que inició la pandemia presentaron cuadros de ansiedad mucho más intensa y con mayor angustia. Esto predomina en las chicas de 15 años —destacó Fontana—. Sabemos que los adolescentes se identifican con sus pares y el estado de aislamiento social les generó inseguridad e incomodidad”.
En el caso de los más pequeños, la especialista, que trabajó con familias completas, aseguró que el foco se centra en la incomprensión: “Los chicos comían mucho más o dejaban de comer y también aumentaban las agresiones entre hermanos”.
Factores de protección
El acompañamiento de cuidadores afectuosos, un entorno escolar seguro y relaciones positivas con el niño favorecen la prevención del padecimiento de un trastorno mental, según el estudio de Unicef. De todas maneras, se presentan dos obstáculos principales: la estigmatización de la salud mental y la falta de financiación de servicios adecuados.
Hugo Cohen, exconsultor en la Organización Panamericana de la Salud (OPS), subrayó: “Evitar la violencia y acompañar el desarrollo psicosocial del niño es la mejor forma de prevenir cualquier problemática a futuro. Los trastornos mentales son los problemas más frecuentes de la salud pública americana [el 25%]; por encima de la hipertensión, los tumores malignos o la diabetes. Pero entre el 75% y el 80% de las personas que padecen un trastorno en la Argentina no tienen acceso a la salud mental. Es el primer derecho humano violado”.
“Hay provincias que ni siquiera tienen psiquiatras infantojuveniles ni consultorios específicos. No es posible el seguimiento de patologías a largo plazo. Falta mucho para adecuar a los adultos en capacidades y habilidades para promover la salud mental. Desde maestros hasta padres. En la Argentina hay muchos especialistas de salud mental, pero no es accesible para todo el mundo”, añadió el responsable de Unicef.
Fontana, en tanto, dijo: “En general es bueno que los adolescentes accedan a un tratamiento psicoterapéutico para que puedan ver las potencialidades que tienen. Más aún viniendo de un encierro y de un marco de incomodidades para las que sus padres no tienen respuestas”.
Cohen amplió: “La Argentina no cumple la Ley 26.657, 11 años después de su aprobación. Los sucesivos Ministerios de Salud no han puesto los recursos materiales necesarios para la transformación del sistema. El presupuesto, que debe ser del 10%, no supera el 2% y casi su totalidad se destina a hospitales psiquiátricos, reforzando el problema que se pretende resolver”.
La Argentina es uno de los países con mayor cantidad de profesionales de psiquiatría y psicología por habitantes en el mundo. “Pero no hay preparación ni formación en desastres ni crisis. La salud mental debe estar al alcance de una niña, una madre, un niño y un padre; y en los hospitales generales”, concluyó Cohen.